Estas dos últimas semanas han estado repletas de noticias convulsas para el balonmano español. Por una parte la no clasificación del combinado nacional masculino para los Juegos Olímpicos de Río, algo que no puede catalogarse más que como un fracaso de nuestra selección, que nos ha dado muchas cosas durante todos estos años de crisis y que, lamentablemente, no pudo rematar el exitoso ciclo de Manolo Cadenas con una medalla olímpica que pocos países merecerían más que el nuestro.
Cierto es que las condiciones de la IHF para acceder a esas plazas olímpicas no pueden ser más alevosas. Todo el mundo del balonmano sabe que lo único que le interesa a la Federación Internacional es hacer caja, cuanta más mejor, que hay muchas cenas y viajes que pagar y a la mayoría de sus dirigentes todo lo que no sea ingresar dinero le preocupa más bien poco. Digo esto porque un deporte como el balonmano, con europeos o mundiales cada año (clin, clin…) que destrozan el físico de los jugadores y masacran a las ligas nacionales al colocarlos a mitad de temporada, debería por lo menos tener un sistema de puntos que permitieran, al menos en el caso de los equipos europeos, clasificar a un número de equipos a los Juegos en virtud de los resultados obtenidos durante el ciclo olímpico. De esa forma todo el mundo se aseguraría que los mejores equipos estarían en los Juegos y que no dependería de un buen o mal fin de semana, como es el caso de los torneos preolímpicos. Pero claro, para la IHF eso supondría organizar solo un preolímpico, con lo que se recaudaría menos caja, habría menos dirigentes viajando, habría muchos menos chuletones a deglutir y las orondas barrigas de determinados gerifaltes podrían resentirse (algunos de países con escasa o nula tradición balonmanística)… y eso no puede permitirse, ¿verdad?
Pero no solo la IHF hace mal las cosas en el mundo del balonmano, sino que en España no estamos precisamente como para sacar pecho. La semana pasada el BM. Aragón anunciaba su retirada de la máxima competición nacional, algo que podría ser un caso puntual (ni siquiera Alemania se libra de la crisis en este deporte) si no fuera porque este tema se veía venir desde hace tiempo, con un equipo al que ya el año pasado se le dieron mil prórrogas para presentar unos avales que apenas año y medio después ya se han visto insuficientes para mantener al equipo en la élite. Sinceramente, no sé para qué existe una comisión de seguimiento que permite la participación de equipos con presupuestos no demasiado reales (de las promesas de ayudas económicas de los políticos ya no se fía nadie en este país) y que no son capaces de evitar estas cosas.
Cierto es que hay equipos históricos que han estado al borde del precipicio (Ademar León, Granollers, Bidasoa…) y que poco a poco ven la salida del túnel tras años de penurias y estrecheces. La mayoría de los clubes están empezando a hacer las cosas bien y los presupuestos ya son más reales que antes. Evidentemente eso ha provocado que muchos jugadores decidieran emigrar a otras ligas en busca de mejores condiciones económicas, aunque poco a poco algunos (sobre todo los que se sobrevaloraron en exceso) van ya regresando a la Liga Asobal al no encontrar fuera de nuestro país unas condiciones muy diferentes a las que ya tenían aquí.
Sin embargo hay un tema que hay que modificar con urgencia. Y no será porque no llevamos años diciéndolo. La promoción del balonmano en España es nefasta, la asistencia de público a la mayoría de los campos es pírrica (salvo honrosas excepciones) y los éxitos de las selecciones de balonmano han pasado sin pena ni gloria, sobre todo porque los dirigentes no han sabido aprovecharlos para promocionar el deporte sino que, en la mayoría de los casos, solo han servido para realizar giras turísticas en busca de fotos y palmaditas en la espalda… bueno, y de paso viajar gratis, alojarse en hoteles de lujo, comilonas sin fin… vamos, lo habitual. ¿Acaso alguien recuerda alguna actuación de promoción de Juan de Dios Román tras ganar el mundial de España? Para nada, se dedicó a pasearse por todo el país con el trofeo para hacerse multitud de fotos, recibir felicitaciones y dar la espalda a los que de verdad habían conseguido ese título, los deportistas. A fin de cuentas se iba de la Federación en pocos días, así que, ¿para qué molestarse en promocionar un deporte en el que ya no iba a figurar?
¿Y qué me decís del calendario? No se cómo calificar lo que se hace con las competiciones nacionales. Es una auténtica vergüenza que una jornada de liga se dispute en cinco días distintos, con uno o dos partidos diarios. Así no hay manera de seguir una jornada. Pero eso no es todo, es que a veces a los dirigentes no se les ocurre otra idea que programar una jornada completa en miércoles coincidiendo con los partidos de cuartos de final de la Copa de Europa de fútbol. O sea, lo justo para que las asistencia a los pabellones rocen el ridículo. Sí, señores, sí, el fútbol es el deporte rey en España, mal que nos pese a algunos, y hay que contar con ello a la hora de realizar los calendarios. Se trata de promocionar el balonmano, de hacer que los aficionados acudan a los campos, de atraer a los niños a ver a sus ídolos, y eso se hace con un estudio mucho más profundo de los horarios y fechas de cada jornada. Sinceramente, un deporte no puede aspirar a nada si a ver un partido de la máxima división van un máximo de 500 personas. ¡Haganse mirar esto de forma urgente, por favor!
Pero no todo son malas noticias. También hay que aplaudir la gestión y la apuesta que Movistar Plus ha hecho por el balonmano español, con el carrusel y la retransmisión simultánea de varios partidos de la Liga Asobal, así como las emisiones en directo tanto de la Copa Asobal como de la Copa del Rey. Gestos así son los que necesita nuestro deporte, y sobre todo lo que se necesita con urgencia es la unión de todos, Federación, Asobal, deportistas, instituciones, medios de comunicación… el reciente éxito de la final de la Copa del Rey de rugby, en un estadio José Zorrilla abarrotado con 26.000 personas en las gradas y muchas más fuera del estadio sin entrada, debería de servir al balonmano de guía y de acicate para perseguir el objetivo final, que no puede ser otro más que devolver al balonmano español al lugar que siempre ha tenido, entre los deportes más importantes del panorama nacional.